Es común que, al recibir una nueva tarjeta de crédito o débito, en la parte posterior se encuentre un espacio destinado para la firma del titular. Muchos ven este espacio como una medida de seguridad adicional contra fraudes. Sin embargo, otros, a pesar de saber para qué es ese espacio, deciden no firmar.
Surge entonces la interrogante: ¿realmente firmar la tarjeta garantiza su seguridad?
Dado el incremento en los fraudes asociados a tarjetas de crédito y débito, los consumidores buscan constantemente formas de protegerse. Firmar la tarjeta es una de estas medidas, aunque en ocasiones es malinterpretada.
La realidad es ambivalente. Algunos expertos afirman que firmar la tarjeta es útil, mientras que otros opinan que es más una cuestión de tradición. La verdadera utilidad de la firma radica en la posibilidad de verificar la identidad del titular en transacciones presenciales. Sin embargo, este método pierde efectividad ya que muchas transacciones actualmente son electrónicas y no requieren interacción directa.
Además, como se mencionó, la mayoría de los establecimientos ya no requieren la firma para validar una tarjeta. Un NIP es suficiente para concluir una transacción. Esto, junto con la facilidad con la que se puede falsificar una firma, ha llevado a muchos a cuestionar la eficacia de esta práctica.
Aunque firmar la tarjeta puede ofrecer cierto nivel de protección, no es infalible. Al final, la mejor protección contra fraudes es monitorear tus transacciones y reportar cualquier actividad sospechosa a tu banco.
Si bien la firma en la tarjeta es una medida tradicional, su efectividad ha sido debatida recientemente. Junto con la firma, es vital considerar otras medidas de seguridad:
Nota aclaratoria: Las noticias no reflejan necesariamente la opinión de la Firma García Terán y Torres Asociados SC y/o de alguno de sus integrantes. La responsabilidad corresponde, a la fuente y/o el autor del artículo o comentario en particular.
Fuente de Información: Dinero en Imagen